2024-09-04
“Para nosotros era una aspiración estrenar en el Zinemaldia y está claro que eso significa que el comité de selección ha valorado la película con muy buenos ojos”
‘Erreplika’, documental seleccionado para la sección Zinemira del Festival de San Sebastián, es un trabajo muy personal que reflexiona sobre la importancia de las imágenes y cómo estas nos permiten preservar y revivir recuerdos. Pello Gutiérrez, guionista y director, nos explica qué inspiró la creación de este trabajo.
¿Cuál fue la inspiración detrás de ‘Erreplika’?
‘Erreplika’ nace de dos historias paralelas que me interpelan directamente. Por un lado, tras la muerte de mi padre, descubrí un antiguo cortometraje dirigido por él en 1978 que contiene un hueco negro de un minuto en su interior. Y por otro lado, el robo de la imagen de la virgen de Zikuñaga en 1979, robo que dejó un hueco en la ermita de ese barrio de Hernani y que sigue sin resolverse. Con estos dos puntos de partida, hemos construido una película sobre huecos.
¿Qué historia o mensaje central querías transmitir con esta obra?
En el fondo, la película es una reflexión sobre las imágenes y sobre cómo nos sirven para hacer memoria. Las imágenes nos ayudan a recordar a nuestros seres queridos, pero también nos permiten mantener una identidad colectiva y una cohesión con nuestros vecinos. Pero ¿qué pasa cuando esas imágenes desaparecen? ¿Cómo recurrimos a estos recuerdos que necesitan las imágenes para sobrevivir?
¿Hubo algún desafío particular durante el rodaje que te marcó?
El proceso de rodaje de ‘Erreplika’ ha sido bastante largo. Tras un periodo de documentación y escritura de guion muy extenso, hemos estado rodando en espacios intermitentes a lo largo de casi un año. La propia idiosincrasia de la película nos pedía que el rodaje de la película se solapara con el montaje. Este documental es un ensayo fílmico, que ha ido evolucionando a medida que rodábamos y montábamos. El guion siempre ha estado abierto a incorporaciones de última hora y a hallazgos que hacíamos durante el rodaje. Por lo tanto, el gran reto de la producción de esta película ha sido el mantenerse flexibles para aceptar esos cambios de guion y montaje que iban surgiendo a lo largo del proceso.
¿Qué significa para ti y tu equipo que el documental haya sido seleccionado para la sección Zinemira del Festival de San Sebastián?
Para nosotros era una aspiración estrenar en el Zinemaldia y está claro que eso significa que el comité de selección ha valorado la película con muy buenos ojos. Al margen de la ilusión personal de estrenar en casa, también es muy buena noticia a nivel estratégico para la película.
Estamos muy agradecidos al Zinemaldia por el trato que siempre nos ha dado con todas nuestras películas, siempre ha sido una plataforma de difusión para nuestros proyectos y nos han apoyado en todo momento. Es un lujo contar con el cariño del equipo del Zinemaldia.
¿Qué es lo que más te gustaría que el público se llevara después de ver tu trabajo?
Este es un trabajo muy personal. Podría decirse que esta película es un pequeño acto de desnudarse ante el público. Me gustaría que la historia que contamos en la película llegara al público con la misma fuerza y poesía con la que hemos trabajado durante todo el proceso. Y sobre todo, me gustaría que la película suscitara reflexiones y debates fuera de la sala de cine, que la gente saliera a la calle con ganas de indagar más sobre las pequeñas historias que se cuentan en el documental.
¿Crees que hay suficientes plataformas y festivales que valoren el cine documental en su justa medida?
Estamos en un momento de la historia del cine en el que debemos actuar para evitar el estancamiento y la homogeneización de los relatos. Los nuevos modelos de programación y exhibición tienen el riesgo de favorecer un tipo de historias estandarizadas y dejar de lado las películas disidentes que buscan contar las cosas de otra manera. En un principio, el auge de internet favoreció la aparición de pequeñas plataformas que sirvieron para la difusión de películas que buscan renovar la manera de contar las cosas. Pero actualmente, poco a poco, los grandes conglomerados están empezando a ahogar la exhibición a pequeña escala y es muy difícil competir con ellos. Por ello, toda esa distribución y exhibición de películas más arriesgadas está siendo muy difícil. Deberíamos trabajar unidos para apoyar el cine diferente. Aun así, todavía existen muchos festivales y plataformas que apoyan con fuerza el cine en los márgenes y es gracias a ellos que nuestras películas pueden llegar al público. El trabajo que hacen todos estos agentes es titánico.
¿Qué planes tenéis para el documental después de su presentación en el Festival de San Sebastián?
Una vez terminado el trabajo de producción de la película, llega la complicada labor de hacerla llegar al público. Nuestro trabajo no tiene ningún sentido si no lo ven los espectadores. Para ello, la exhibición en festivales es indispensable. Estamos creando una estrategia de distribución y exhibición para que la película se conozca y llegue al máximo posible de gente, que pasa por mostrarla en festivales, estreno en salas de cine, plataformas digitales, televisión…
¿Hay algún otro proyecto en el que estés trabajando?
La particularidad de nuestra productora, Zazpi T’erdi, es que es un colectivo de creación. En todos nuestros proyectos, por muy personales que sean, el trabajo es siempre colectivo y la implicación de los miembros es total. En estos momentos estamos con un nuevo proyecto de largometraje documental, ‘Eltzegorra’, que dirige nuestro compañero David Aguilar. Se trata de un documental sobre un instrumento tradicional vasco, que está prohibido tocarlo. Estamos en fase de desarrollo y estamos muy contentos con el camino que llevamos en cuanto a la producción del proyecto.